En estas últimas semanas he tenido que tomar una primera decisión relacionada con la educación de mi hija: elegir entre dos guarderías diferentes.
Una de ellas es municipal y la otra privada.
Con esto no quiero decir que una guadería pública tenga que ser necesariamente peor que una privada ni viceversa.
La diferencia entre las dos, aparte de en el precio claro, estaba en la calidad del servicio prestado.
Lo más llamativo de la situación han sido algunos comentarios que he escuchado a raíz de la elección que hemos hecho. Comentarios sobre las pocas diferencias relacionadas con la calidad del servicio prestado entre una guardería y otra.
No nos engañemos, el precio en muchas ocasiones sí marca la diferencia y en este caso también.
Lo cierto es que toda esta situación me hizo pensar sobre algo que está sucediendo en las empresas con cada vez más frecuencia.
Y es el hecho de que queremos profesionales buenos, bonitos y, sobre todo, baratos.
Y ahí es donde está la clave.
¿Podemos decir que vale lo mismo el trabajo de un profesional con varios años de experiencia y que esté especialmente cualificado a uno con menor experiencia y cualifcación?
Lo cierto es que NO por mucho que las empresas se empeñen en que no hay casi diferencia.
Son los empleados low cost. Empleados que, pese a tener una cierta cualificación, son contratados por las empresas para desempeñar trabajos que deberían estar ocupados por personas de una mayor cualificación y con mayor salario, pero con unos salarios muy inferiores a éstos.
Dejando a un lado el tema de la sobrecualificación, otra de las grandes lacras en estos momentos, desde hace algún tiempo asisto con asombro en las empresas a la proliferación de la idea de que es preferible tener a un empleado barato a uno con experiencia y cualificado; es decir, cada vez más las empresas dejan de mirar la calidad y los resultados para centrarse en el coste única y exclusivamente.
La realidad, posiblemente dentro de unos años, muestre que estas empresas están llenas de empleados low cost que se han «desarrollado» al calor de una situación económica muy complicada pero con muy pocas expectativas de que se llegue a valorar su trabajo, siempre y cuando su salario se mantenga reducido.
Ante eso, muchos de estos empleados optarán por reducir al mínimo posible sus niveles de calidad. Lo justo para que no se diga que no se está alcanzando las expectativas, pero con poco ó ningún atisbo de mejorar la calidad del trabajo.
Y esta tendencia la estoy encontrando no sólo entre los empleados sino en cualquier servicio ó profesional que quiera contratar una empresa.
¿Cómo se explica que haya consultoras de servicios especializados que hayan rebajado hasta el mínimo sus tarifas y sigan ofreciendo sus servicios por los que antes cobraban mucho más?
Muy sencillo: porque se nutren de profesionales con un salario muy reducido que posiblemente no pueden optar a más por su cualificación y experiencia.
A nadie se le escapa que dificilmente una empresa podrá dar el mismo servicio con profesionales poco cualificados a diferencia de otras que sí disponen de profesionales mas especializados.
Curiosamente hoy en día hay empresas y profesionales que, aunque hayan tenido que modificar sus tarifas y sus salarios a la baja, siguen manteniendo su cuota de mercado de forma similar a antes de la crisis. Y lo más curioso: las empresas siguen contando con ellos y dispuestas a pagar más que por otros profesionales.
¿A qué puede deberse esto?
Básicamente a que se trata de profesionales que apuestan por la calidad de sus servicios y porque han trabajado su marca personal para diferenciarse del resto de los profesionales que hay en el mercado.
Estos profesionales, se diferencian de los llamados empleados de marca blanca, en palabras de Andrés Pérez Ortega, en que ofrecen algo diferente y de valor al resto. Y precisamente es ese valor añadido lo que algunas empresas están buscando sin importar el precio.
Lo que se busca es la diferenciación por encima de todo, la innovación, el ser diferente. Ser y ofrecer algo que los demás no tienen.
Y esa es, desde mi punto de vista, la única manera de ser un profesional bueno,bonito y bien remunerado.
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Recuerda que puedes descargarte de forma gratuita la guía «Rumbo al empleo 2.0».
Y si quieres escuchar la entrevista de presentación de la Guía que nos hicieron a Víctor Candel y a mi el pasado 8 de Octubre en Cadena Azul de Lorca, puedes hacerlo pinchando en el siguiente enlace.
¡¡Hola Isabe!! Con la educación de nuestros hijos es mejor evitar la marca blanca, salvo que irremediablemente te veas obligado a hacerlo, entonces investiga muy bien pero que muy bien. Tras un par de años de que mi hija mayor sufriera miedos nocturnos, descubrimos que, en la guardería municipal, a los niños y niñas más juguetones y por lo tanto ruidosos, los encerraban en un cuarto oscuro ¡¡Brutal!! Saludos.
Gracias Gushini por tu comentario. Lo que cuentas de la guardería me parece increible!.
Hola Isabel,
Ahí está la diferencia entre las empresas que apuestan por las personas como ventaja competitiva sostenible y las que no, las que sobrevivirán y las que no. Una empresa que apueste por empleados low cost no sabe lo que es el talento, así como aquella que remunere a todos por igual independientemente de la aportación de cada uno.
Las circunstancias han cambiado y han provocado un descenso salarial importante ante tantos demandantes de empleo, pero sólo aquellas empresas que sepan gestionar los cambios actuales y apuesten clara y decididamente por su ventaja más valiosa, las personas, saldrán adelante. La perspectiva del coste no es la adecuada con las personas, la del valor que aportan o pueden llegar a aportar sí.
Hola Mónica:
Efectivamente, lo que cuentas es una verdad omo un templo. El único problema es que las empresas no están mirando más allá de los costes. De momento se plantean sólo sobrevivir y eso implica muchas veces pagar poco ó muy poco por el talento. Evidentemente hay personas que aceptarán esas condiciones a la espera de que surja una nueva oportunidad que le permita mejorar sus condiciones.
¿Qué pasará con las empresas que apuesten por coste en vez de por talento ó calidad? sinceramente no lo se pero creo que a largo plazo se verán en una situación de inferioridad respecto a otras que sí promuevan una política de captación y retención del talento.
Gracias Mónica por pasarte y por dejar tu comentario.
Así es Isabel: a veces el precio marca la diferencia. Y cuando se trata de algo que consideramos importante (la educación de nuestr@s hij@s, el futuro de nuestro negocio), la calidad tiene un precio y hay que pagarlo.
Me encanta lo de empleados «low cost». Pero l@s emplead@s de esta clase son sólo idóneos para empresas «low cost».
Hola Myriam:
No creo que sólo las empresas low cost tengan empleados low cost. Creo que hoy en día nos estamos encontrando este tipo de empleados en cualquier tipo de empresa. En ocasiones bajo la excusa de la necesidad de supervivencia de la empresa, y en otros por una continua política de reducción de costes, los empleados low cost han invadido las empresas y lo seguirán haciendo bajo la premisa de que la «cosa está muy mal».
También soy de la opinión que la situación se puede revertir. El talento tiene un precio y hay empresas dispuestas a pagarlo.
Eso es lo que marcará la diferencia en un futuro no muy lejano.
Gracias Myriam por pasarte. Ya sabes que me encanta tenerte por aquí.
Hola Isabel, si hablas con cualquier maestro/a te dirá que el termino de guardería no es lo mismo que la escuela infantil, mucho más correcto si lo que queremos es educar y no guardar. Además, si hablas del precio de una escuela municipal y una privada, la municipal es más barata. Eso sí, los salarios que pagan a los empleados de la privada son menores que los de la municipal, incluso la titulacion requerida. Asi que en principio, los mejores profesionales iran a trabajar a la escuela municipal, porque no se les trata como low cost, cosa que en las privadas sí se hace.
Hola Mª Sol:
Ahora que lo dices, en la entrada del centro donde va mi hija pone Escuela Infantil y no guardería. Tienes razón no he usado adecuadamente el término.
Desconozco los salarios que se pueden pagar en una escuela y otra. Evidentemente lo que se remunere a un profesional marcará la diferencia del servicio prestado.
Gracias por pasarte y dejar tu comentario.
Hola Isabel,
La calidad y el talento son valores a la baja en estos momentos. Esto está haciendo un daño tremendo a nuestro tejido empresarial. Parece que nadie sea consciente que todo esto supone menor competitividad. No podemos jugar a ser como los chinos: productos de teórica «baja calidad» pero a un coste ínfimo. Ése no es nuestro negocio, porque básicamente somos un país de servicios y no se puede bajar la calidad y mantener la cuota de mercado con un mal o deficiente servicio. No dejaré de repetir que «Si pagas con cacahuetes, solo tendrás monos».
Saludos y feliz día.
Hola Andrés:
Gracias por la frase. La había leido en algún debate y me impactó la primera vez que la ví. Creo que es un fiel reflejo de lo que pasa en estos momentos.
Las empesas han decidido dejar la calidad y el talento a un lado y primar los costes por encima de todo.
Si bien es cierto que a corto plazo es una solución, es evidente que terminará por pasar factura. Y entonces será el momento en el que tendrán que pagar el precio por el talento. O quizás ya sea demasiado tarde para eso.
Gracias Andrés.
Hola Isa.
Justamente hoy tu post me ha tocado la fibra. En mi caso me refiero a profesionales de servicios low-cost que «revientan» los precios del mercado. Ante esas situaciones te planteas cual es tu mínimo por el que estás dispuesto a prestar tu servicio y no rebajarte aunque la necesidad apriete. Hoy he tenido que decir NO a bajar mi presupuesto ante un cliente sabiendo que iba a perderlo en esta ocasión. Me parece importante valorarnos a nosotros mismos en su justa medida. Si no empiezo por valorarme yo, ¿lo harán los demás?
Un saludo.
Hola Nacho:
Si te sirve de algo, no eres la primera persona que me lo dice. Es más, empieza a ser algo habitual que algunos profesionales se niegan. como has hecho tú, en rebajar su precio. O sería más apropiado decir rebajar su talento.
Soy de la opinión que el talento tiene un precio y sí, hay empresas que no están dispuestas a pagar más por algo que creen que valdrá menos en el mercado. Lo que quizás no saben es que no es comparable ni equiparable.
Has puesto el dedo en la llaga al decir que si tu no te valoras, el resto no lo hará.
Toda la razón Nacho.
Hola Isa, gracias por tu entrada y el tiempo que nos dedicas. La ley de la oferta y la demanda en el mercado laboral es la que tradicionalmente marca las reglas de juego. Y en estos momentos, la sobresaturación de candidatos y la escasez de demanda de empleo por parte de nuestro tejido empresarial, lamentablemente fuerza a determinadas empresas a impulsar políticas de reclutamiento basadas en ‘estrategias’ corto-placistas que buscan el reducir lo máximo posible sus costes (salarios), incrementando el valor que pueden aportar los profesionales contratados a sus organizaciones. Y todo ello, buscando lo que tú mencionas como ‘buenos, bonitos y baratos’.
Esto es un craso error. Y repito, anteponiendo costes a proyección a largo plazo. El talento así contratado durará en esa compañía el mismo tiempo que esa persona tarde en encontrar otro empleo más acorde con sus expectativas profesionales.
Gracias Miguel Angel por tu comentario.
A veces me da la sensación que no hemos aprendido nada de experiencias pasadas. Estamos inmersos en una crisis económica y de talento Y no porque no haya talento, que lo hay. Sino porque está muy poco reconocido y al talento le pasa lo que al dinero, que es asustadizo y se esconde hasta que la cosas mejoren.
Estoy convencida que hay mucho más talento del que nos pensamos pero está oculto porque pocas personas están dispuestas a dar lo mejor de sí mismas con esas condiciones.
Al final saldrá pero ya será tarde para algunas empresas.
Hola Isabel, me ha gustado especialmente tu post, porque evidencia una realidad, la apuesta generalizada por el low cost y el coste económico casi como única métrica a valorar en una actividad y como esa realidad sitúa a profesiones cualificados en el dilema de decir «no», a sabiendas de que ese «no» puede suponer la perdida del empleo o de clientes.
Quizás todo se reduzca a decidir en que liga queremos competir… si competimos unicamente en coste tendremos poco futuro frente a países emergentes como China o India, si optamos por el valor, la apuesta por el low cost, no es una opción.
Hola aodbc:
Efectivaemnte cada profesional elige dónde quiere colocarse. De hecho en este mismo debate un profesional escribió que había rechazado rebajar el precio de sus servicios aún a sabiendas que iba a perder el cliente.Al final es una cuestión de elección y de posicionamiento: cómo quiere cada uno presentarse ante el mercado.
Gracias por tu comentario