» He tomado la decisión de que ya no quiero tener un trabajo fijo«, me dijo hace poco una amiga.
Me sorprendió su confesión ya que durante varios años su objetivo fue precisamente ese, tener un trabajo fijo. Tras haber trabajado toda su vida laboral como autónoma quería saber qué se sentía trabajando para otros, quería tener la tranquilidad de llegar a final de mes y tener los mismos ingresos, quería saber lo que era tener compañeros, jefes……..
Su decisión en aquellos momentos me sorprendió. Al fin y al cabo las cosas le iban bien y no tenía ninguna necesidad de trabajar para otros.
«Seguridad» me dijo entonces. «Lo que estoy buscando es seguridad».
En estos últimos meses conozco unas cuantas personas que han decidido iniciar este camino, desde la seguridad a la incertidumbre de trabajar para uno mismo.
¿Atrevimiento?¿Irresponsabilidad?¿Excesiva confianza en las capacidades de uno mismo? ¿negación de la realidad del mercado laboral?
Por curiosidad he preguntado a estas personas sus motivos por los que han tomado esa decisión que, en algunos ocasiones, incluso no ha sido compartida por su entorno.
Y casualmente todos coinciden: La necesidad de desarrollarse como profesionales.
Una necesidad que no es cubierta por la empresa en la gran mayoría de las ocasiones.
Posiblemente si alguna de las 6 millones de personas que no tienen un trabajo en este país, escuchasen estos argumentos pensarían que lo que justamente ellos buscan es esa necesidad de seguridad, de tener un ingreso fijo a final de mes, de saber que la falta de empleo no va a ser un quebradero de cabeza más.
Que la rutina de llegar todos los días a tu puesto y hacer lo mismo, es una maravillosa sensación.
Que no hay nada ni nadie que te esté empujando fuera de tu zona de confort para que hagas cosas que no te apetecen hacer, simplemente por comodidad, inseguridad….
Cambiar no es un lujo, es una obligación
Durante muchos años todos hemos buscado algo que no existe: la certeza de que nuestro mundo tal y como lo tenemos diseñado no va a cambiar. En los años previos a la crisis económica era inconcebible pensar que nuestras empresas, empleos, compañeros, amigos… fuesen a acabar convirtiéndose en nada.
Seguramente por eso nos habíamos acostumbrado a que los cambios, pese a que todos decíamos que nos gustaban, preferíamos que fuesen cortos, rápidos e indoloros.
Y a que nos cambiasen la denominación del puesto de trabajo, ó algunas funciones lo llamabamos cambio y decíamos que teníamos una gran adaptabilidad (competencia supuestamente muy apreciada en las empresas).
La realidad de estos últimos años nos ha enseñado que ni estabamos preparados para los cambios ni mucho menos teníamos capacidad para adaptarnos con facilidad.
Y un claro ejemplo de ello son la cantidad de empleados y ex-empleados que siguen suspirando por lo que tenían y ya no tienen. Y no me refiero al sueldo ó condiciones laborales. Me refiero más bien a esa sensación de seguir pensado en hacer lo mismo de siempre esperando los mismos resultados.
Todavía no nos hemos dado cuenta que ó cambiamos ó nos cambian. Nunca antes esta expresión había tenido tanta importancia.
Y ante eso, en las empresas nos estamos encontrando con dos tipos de empleados:
– Los que añoran con verdadero entusiasmo la vuelta a lo de antes y siguen esperando a que pase la tormenta para poder volver a cabecear en sus puestos de trabajo. Personas que son claramente identificables porque en cualquier conversación de pasillo o reunión que se precie, insisten en recordar como eran las cosas «antes de». Me sigo asombrado de darme cuenta como este grupo sigue siendo el más numeroso dentro de las organizaciones. Por mucha formación sobre cambio que se imparta, empleados, directivos y gerentes siguen deseando que vuelva la seguridad de los tiempos anteriores, aunque fuese algo falso. Los auténticos resistentes a los cambios.
– Los que tienen claro que la seguridad como tal no existe en el mundo laboral y que lo que realmente importa es su propio desarrollo personal y profesional. Y eso significa atreverse a vivir en la incertidumbre de lo nuevo y diferente. A buscar los cambios, en vez de rehuirlos. Y a decidir dejar la seguridad de la empresa para la que trabajan para poder experimentar el ser dueño de su propia seguridad.
Y tu, ¿de qué tipo eres?
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[…] " He tomado la decisión de que ya no quiero tener un trabajo fijo", me dijo hace poco una amiga. Me sorprendió su confesión ya que durante varios años su objetivo fue precisamente ese, tener un tra… […]
[…] " He tomado la decisión de que ya no quiero tener un trabajo fijo", me dijo hace poco una amiga. Me sorprendió su confesión ya que durante varios años su objetivo fue precisamente ese, tener un tra… […]
Estupendo post Isabel, y cargado de razón. No tiene sentido que nos quedemos esperando lo que tuvimos, porque nunca volverá. Tenemos que readaptarnos a las situaciones, incluso los que conservan o han encontrado trabajo. Cuando yo lo tenía siempre que modificábamos algún procedimiento me fastidiaban un montón los comentarios del estilo: «pues siempre lo hemos hecho del otro modo» «no veo la necesidad de cambiar» … de gente que no entendía que incluso en el mismo puesto hay que ir adaptándose a las nuevas realidades. Mi respuesta solía ser la misma «antes viajábamos en burros y afortunadamente ahora no». Salu2!!!
Hola Alicia:
Qué razón tienes!!! Cuantas veces no habré escuchado esa frasecita de «para qué cambiar si total las cosas así están bien».Yo creo que ese inmovilismo es el que está haciendo que nos esté costando tanto adaptarnos a las nuevas situaciones y a hacer cambios. Al final los hacemos a regañadientes y así nos va.
El día que nos demos cuenta que cambiar forma parte del proceso natural de las personas y de su desarrollo, ese día nos resultará más fácil entender por lo que estamos pasando.
Gracias por pasarte y dejar tu comentario.
Isabel, una vez más estoy de acuerdo contigo, me gustan tus reflexiones. Empresas y empleados tendemos a acomodarnos. Los cambios no necesariamente deberían acarrear el cambio de empresa, las empresas deberían fomentar la creatividad de sus empleados, sacarles más jugo y, al mismo tiempo darle más ilusión por trabajar y no sólo claudicar y obedecer como borreguitos. En España hay poca cultura empresarial, sólo hay cultura explotadora y de pensamiento rígido
Hola Antonio:
Estoy contigo con que nos falta cultura empresarial. Si este tipo de cuestiones cuestan entenderlas, imaginate en una capital de provincia como Alicante donde vivo .
Acomodarnos es algo natural y a todos nos pasa. Luego cada uno decide si quiere dejarse llevar por esa comodidad o enfrentarse a la incertidumbre: algo tan potente y a la vez tan abrumador como es saltar sin red.
Creo que la crisis puede ser un punto de inflexión para que empiecen a cambiar mentalidades.
Gracias por pasarte y dejar tu comentario.
¡¡Hola Isabel!! Me ha costado algunos meses aceptar; no ya que trabajando por cuenta ajena, las cosas no serán como hace no muchos años; sino, el que se acabo el tener trabajo fijo, así es que puestos a elegir, prefiero que esa inseguridad laboral sea la mía ¡¡Ojo!! Si me hacen una buena oferta por cuenta ajena, la aceptaría. Saludos, gracias y enhorabuena.
Gracias Gushini por tu comentario. Creo que ese es el nuevo camino en el que muchas personas andan embarcadas: descubrir que se puede vivir bien en la incertidumbre sin tener un trabajo fijo.
Gracias por pasarte y dejar tu comentario
Excelente post. Tocas un tema que quita el sueño en estos días…
Pero bueno, concuerdo con la congetura que mencionas, mas que seguridad, es el afan de desarrollo profesional, y que algunos bien lo podrian encontrar en un empleo dependiente ó trabajando de manera independientes.
Con tu permiso, voy a compartir tu post en algunas redes. XD
Saludos,
Julián
[…] No quiero un trabajo fijo […]
Por desgracia, actualmente, y hasta que no encuentre qué es lo que quiero hacer, estoy en el primer grupo. Buscando un trabajo por cuenta ajena para poder pagar facturas… Para emprender, considero que necesitas, aparte de dinero, fortaleza interior y una serie de características personales que, de momento,estoy trabajando en ellas. Hasta entonces, supongo que seguiré buscando trabajo.
Muchas gracias por el post, Isabel. Siempre dando qué pensar.
Mucho ánimo Laia.
Isabel