Hace un tiempo una amiga que trabaja como profesional de Recursos Humanos me contó una situación que había vivido en un proceso de selección.
Había sido contactada por una conocida consultora a nivel nacional para invitarla a participar en un proceso de selección. Ella no se encontraba buscando trabajo en ese momento pero le parecía una buena oportunidad para poder conocer algo más del proyecto.
Además, había sido contactada directamente por la consultora lo que suponía un plus de motivación para poder conocer cómo de atractivo era su perfil en el mercado.
La realidad es que el proceso de selección fue un cúmulo de despropósitos de principio a fin: entrevistas mal planificadas, cambios continuos y constantes sin casi previo aviso a la hora de hacer las entrevistas, descoordinación total con el cliente que dio lugar a que la candidata no estuviese a la hora citada…
A pesar de todas estas circunstancias que, en momentos muy puntuales podrían tener un cierto pase, la gota que colmó el vaso de mi amiga fue el trato que recibió por parte de la consultora que estaba llevando a cabo el proceso durante el tiempo que estuvo a la espera de respuesta final: en varias ocasiones y, ante la falta de noticias por el estado de su candidatura, contactó con la persona responsable del proceso de selección para conocer más información.
El resultado fue cuanto menos descorazonador: la persona no le devolvía las llamadas o directamente no se ponía al teléfono.
Llegó un momento en que decidió que no quería seguir adelante debido al pésimo trato que estaba recibiendo y que, había empañado por completo la imagen que tenía de la consultora y, por lo tanto, la de la empresa cliente produciéndose una clara situación de contagio.
Y justo en el momento en el que iba a comunicarles su decisión de no continuar le comunican que está descartada porque no tiene el suficiente nivel de un idioma. Algo que, por otro lado, era fácilmente comprobable en una primera entrevista y con su currículum en la mano.
Sin embargo, su sorpresa no acabó ahí sino que varios meses después se encontró con la desagradable sorpresa de que, esa misma persona que había llevado su proceso de selección y que había estado eludiendo sus llamadas durante un tiempo, se presentó en su empresa con la clara intención de venderle sus servicios para reclutamiento y selección.
La respuesta de mi amiga fue clara y contundente:
«No voy a contratar los servicios de una empresa que no ha sido capaz de tratarme bien como candidata. No quiero que a mis candidatos se les trate como me tratasteis a mi».
Y ahí acabó la relación comercial.
Contenidos
Candidatos y clientes: dos caras de una misma moneda
Si hay una cosa que tengo clara es que el candidato de hoy es tu cliente de mañana
Por eso cuando me encuentro con estas situaciones tiendo a pensar que hay empresas que les sobran los clientes, que no necesitan ampliar su negocio o que directamente son idiotas profundos por tener la estrechez mental de no darse cuenta de que el candidato también es un potencial cliente.
El que finalmente lo sea o no va a depender de cómo le tratemos en el proceso de selección.
Desafortunadamente muchas empresas siguen teniendo la percepción de que los candidatos son elementos molestos, un mal necesario que hacen falta para poder acceder a esa persona que necesita la organización en un momento dado, especialmente cuando ya han decidido que NO es la persona que necesitan.
Es el momento en el que ya no hace falta desplegar todo nuestro repertorio de palabras bonitas y sonrisas de anuncio de dentífrico tendentes a hacer creer a ese candidato que es especial.
Ya solo es una persona más de las tantas que buscan trabajo.
Ya no lo necesitamos.
Sin embargo muchas empresas no son conscientes de que esos candidatos son potenciales clientes que en un momento dado pueden adquirir sus productos o servicios.
El hecho de que hoy esté desempleado no quiere decir que mañana siga siendo así.
Piénsalo por un momento: si el trato que ha recibido un candidato en un proceso de selección por parte de tu empresa no es el más adecuado, ¿por qué habría de querer comprar o incluso recomendar tus productos o servicios?
Los candidatos son tus nuevos clientes, te guste o no
Muchos profesionales de Recursos Humanos no se han enterado todavía de que las empresas necesitan clientes.
Cada proceso de selección es una oportunidad para poder conseguir, enamorar, afianzar o fidelizar a tus potenciales clientes.
El problema es que se sigue viendo al candidato, muchas veces, como alguien que solo busca empleo pero no como un potencial cliente o un profesional que, en un momento dado, puede tener capacidad para tomar decisiones sobre a qué empresa contratar un determinado producto y/o servicio.
Cómo transformar candidatos en clientes
Lo primero y fundamental es conocer qué es la experiencia del candidato y cómo puede afectar, no solo a la imagen de tu empresa como atractiva para captar talento sino como para que quieran comprarte.
Lo triste de esto es que solo hace faltan acciones muy sencillas que impactan de forma muy positiva en la experiencia del candidato. Y algunas de ellas son hasta de sentido común y con un coste irrisorio, con lo que la tan manida excusa de «no tenemos recursos suficientes» no tiene cabida:
- Trata a los candidatos como a ti te gustaría que te tratasen en una proceso de selección: tengo mis dudas de que te gustase que, de forma descarada, eludiesen tus llamadas o darte cuenta que el entrevistador declina contestar tus emails de forma reiterada (seguro que es que su servidor de correo no funciona bien 🙁 .
- Sonríe, sé amable con los candidatos y hazles ver que son especiales: los candidatos llegan a las entrevistas con mochilas llenas de pesadas cargas. Solo necesitamos empatizar un poco ellos y entender por dónde están pasando.
- Dales feedback y diles si su candidatura sigue adelante: tampoco cuesta tanto mandar un mail diciéndole a esa persona que no sigue en el proceso. No los dejes meses y meses esperando una respuesta que nunca llegará.Hoy en día hay herramientas muy asequibles que permiten poder automatizar una gran parte de esta labor.
- Sé accesible, ofrécete a seguir en contacto: si le das tu tarjeta con tu mail y tu teléfono por lo menos responde a los correos y ponte al teléfono. No lo hagas por quedar bien porque al final la percepción es que no te queda más remedio pero que en ningún momento has tenido intención de que fuese así.
Hola, buenos días.
Estas situaciones ocurren cuando toda la empresa no está orientada a quien realmente es la causa de su existencia y de la nómina de sus integrantes..¡¡EL CLIENTE!!
Toda la razón del mundo Juan!! Todavía está muy arraigada la idea de que SOLO los comerciales son los que venden, cuando cualquier empleado debería tenerlo presente.
Gracias por pasarte por el blog.
Isabel
Isabel, ¡completamente de acuerdo! Todos somos empresa y todos somos clientes, estemos en la posición que estemos vendemos, por eso siempre tenemos que ser cuidadosos y atender la persona que tenemos enfrente con respeto.
El caso de tu amiga es como candidato-cliente, sería lo mismo empleado-cliente. Tenemos que cuidar mucho la experiencia que ofrecemos como profesionales.
Gracias por tu reflexión.
Gracias a ti Victoria por pasarte por el blog y por sumarte a la reflexión con tu comentario.
Isabel
Hola Isabel, la vivencia de tu amiga es la práctica habitual de muchísimas empresas. No quito ni una coma a tu artículo.
Los seleccionadores deben empezar a cambiar el chip porque hoy ellos tienen trabajo, pero mañana quizás no y supongo que, en esas circunstancias, les gustaría ser tratados con respeto, como personas y como profesionales.
Saludos
Lo sé Erika!
Es un tema que ya es endémico del sector.
Necesitamos hacer un cambio de manera urgente.
Gracias por pasarte por el blog.
Isabel
Si quieres que te traten de una forma (correcta, adecuada) , haz lo mismo tu con los demás. Y no solo en el mundo del trabajo, de la empresa… sino en tu vida cada día.
Se siempre igual, y no seas de una manera determinada en unas circunstancias y en otras de otra forma en la vida.
Si tu eres de una forma de ser, se siempre así en cualquier circunstancia de la vida. Pero si tu forma de ser, actuar no es muy adecuada por donde pases procura mejorar, cambiar a mejor moldeando tu mente para luego poner en marcha tu vida en positivo. Te servirá y mucho para tí y a los demás. Todo lo que hagamos, hacemos repercute en nosotros y en el resto de la humanidad.
Siempre el que tenemos de frente nos puede enseñar más de lo que podemos imaginar.
Yo quiero seguir aprendiendo lo que me queda de vida y no abandonar ante las dificultades.
Yo soy responsable de lo que digo y expreso, hago… y no de lo que usted entienda.
Saludos y sigamos en la búsqueda de lo mejor para todos.
Manuel García Casado
Gracias Manuel por tus palabras.
Saludos
Isabel
por desgracia, a lo largo de nuestra vida profesional nos hemos encontrado en situaciones que describes.
LLevas toda la razon.
Gracias Antonio por pasarte por el blog!
Saludos
Isabel