A raíz de la información que estoy viendo publicada en estos últimos días sobre el juicio que se está celebrando acerca de la presunta agresión que sufrió una chica en los pasados sanfermines, no he podido evitar pensar en el equipo de detectives que realizaron, por encargo de una de las familias, un seguimiento de la actividad de la chica.
Me pregunto, si yo hubiese estado en el lugar de esa agencia de detectives, ¿hubiese aceptado ese encargo? ¿me hubiese sentido cómoda con un trabajo con el que es posible que albergue ciertas dudas o que, incluso, mis valores fuesen diferentes a los de mi cliente?
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¡Todo por la pasta!
Esta situación me ha recordado otra en la que nos encontramos en Etrania hace un tiempo y en la que nuestros valores como empresa y como profesionales tuvieron una importancia crucial.
Una empresa nos había contratado un proceso de selección para una posición de un mando intermedio.
Una vez presentados los candidatos finalistas y tras haber realizado la empresa cliente las entrevistas con estos, nos enteramos por los candidatos que la empresa había decidido hacerles un test un tanto peculiar: se trataba del test de Rorschach, una técnica proyectiva utilizada para evaluar la personalidad y detectar posibles patologías relacionadas con esta.
Nuestra sorpresa fue descomunal ya que en ningún momento nos habían comunicado que tenían intención de utilizar ese tipo de test que, por otro lado nosotros como profesionales de la selección entendíamos que poco o nada aportaba a la idoneidad de los candidatos con respecto al perfil del puesto que inicialmente la empresa nos había solicitado.
Lo cierto es que nuestra primera impresión, una vez superada la sorpresa inicial, fue de enfado y la de sentirnos engañados.
Y lo que es peor: sentíamos que habíamos sido partícipes de ese engaño con los candidatos al no haberles comunicado nada sobre la utilización de este tipo de test. Era como si se lo hubiésemos ocultado y una vez se habían visto en la fase final del proceso de selección, los candidatos sentían que no podían negarse o rechazar participar de ese test ya que la empresa cliente les dijo que era imprescindible para ser considerado como posible candidato a incorporarse a la compañía.
Nuestra decisión fue clara y contundente: optamos por finalizar el contrato de prestación de servicios sin haber acabado el proceso de selección aún a sabiendas de que íbamos a perder dinero, como así fue.
En aquellos momentos, nuestros candidatos y el compromiso que adquirimos en cada proceso de selección con ellos primaban mucho más que otras cuestiones.
Y más si tenemos en cuenta que nosotros no compartíamos en absoluto la pertinencia de utilizar ese tipo de pruebas.
Tuvimos muy claro que no podíamos trabajar con una empresa con la que no nos sentíamos alineados en lo que a valores se refiere.
Desde aquella situación, nos han llegado oportunidades importantes y tentadoras de empresas que cualquiera hubiese pensado que no se podían dejar escapar. Oportunidades que hemos rechazado precisamente porque no queríamos sentir que nos podíamos estar vendiendo por un «puñado» de euros.
Sé que esto resulta muy difícil de llevar a la práctica cuando hay facturas que pagar y la necesidad de seguir buscando negocio de forma constante dada la competencia que existe hoy en día en el mercado.
Pero también sé que como profesional no puedo permitirme hacer algo con lo que no me sentiría cómoda y en la que dejaría de ser fiel a mis principios y valores
¿Tener valores no sirve para nada?
Es posible que pienses que con los valores no se va muy lejos y que el mundo empresarial está lleno de personas y/o empresas que están esperando a que tú decidas no aceptar un determinado proyecto o trabajo para hacerlo ellos.
Si hay algo que he aprendido a lo largo de estos pocos años que llevo como trabajadora por cuenta propia es que los valores son una de las mejores herramientas para vender tu trabajo, tu profesionalidad o tu buen hacer, diferenciándote del resto.
Es evidente que hay determinadas empresas para las que tus valores importan muy poco. Tampoco es que los suyos les importen mucho, en el caso de que los tengan, y así lo demuestran en cada proceso de selección, en cada despido y en tantas otras actuaciones que forman parte de su cultura empresarial, sobre todo cuando hablamos de gestión de personas.
Curiosamente, me estoy encontrando cada vez con más frecuencia que los candidatos me hablan abiertamente de la necesidad de poder sentir que sus valores están alineados con los de la empresa con la que trabajen, que quieren un sitio donde, no solo les ofrezca una mesa, una silla y un ordenador para trabajar sino que les permita poder darle sentido a todo aquello que hacen y que incluso puedan impactar de forma positiva en lo que la organización realiza.
Y es precisamente en este punto donde parece que volvemos nuevamente a ver un cierto atisbo en algunas empresas por querer diferenciarse en lo que a sus valores como organización se refiere, preocupándose porque la imagen que proyectan sea coherente con lo que dicen y hacen y no quede en un mero ejercicio de maquillaje.
El valor de mis valores
Todos tenemos un precio.
El precio no lo marca el mercado ni los clientes.
El precio lo marcas tú con lo que dices, lo que haces y lo que para ti como profesional es importante.
¿Se le puede poner precio a tus valores?
Rotundamente sí.
Desde el mismo momento en el que eliges NO trabajar para una determinada empresa o NO cumplir con las pretensiones que te hace un cliente porque no encajan con tus valores o tus principios como profesional, le estás poniendo precio.
Es posible que el riesgo que corras es que esa empresa o potencial cliente te diga que tendrá fácil poder encontrar a alguien que sí lo haga.
El problema viene cuando decides que no pasa nada o que «por un par de veces» tu marca personal, tu reputación como profesional no se verá afectada.
Evidentemente eso es un riesgo que corremos en el momento en el que decidimos decir no a algo porque no nos sentimos cómodos con ello o porque consideramos que, incluso, como profesionales nos puede perjudicar.
Lo cierto es que prefiero ser yo la que ponga precio a mis valores a que sean los demás los que decidan cuánto valen.
Tú decides si quieres que tus valores sean como una baratija que a los dos días pierde todo su brillo
Un post increíble Isabel. Tener principios y valores puede hacerte perder clientes, pero ¿y lo bien que te sientes contigo mismo? ¿Cuánto vale eso?
La necesidad (facturas que pagar) a veces no nos deja pensar con claridad, pero, creo que a la larga tu imagen como profesional y persona se ve fortalecida por tener unos valores que no se venden. Un abrazo.
HolaMiguel Angel:
No puedo estar más de acuerdo contigo!
Llenar la nevera es importante pero también lo es poder sentirse a gusto con uno mismo y con las decisiones que tomamos.
Gracias por pasarte por el blog.
Isabel
Que hay o que de malo tenía que les hicieran un test? No comprendo esa parte, todo lo demás concuerdo contigo, es mejor anteponer los valores y principios a toda acción.
Hola Gabriela:
En este caso concreto me refiero al test de Rorschach. Se trata de un test destinado a la psicología clínica y que no tiene ningún sentido utilizarlo para el ámbito laboral porque se usa para detectar trastornos de la personalidad.
Ese es el principal motivo por el que no comparto su uso.
Gracias por pasarte por el blog.
isabel
Y más allá de la decisión de usar este test, si te he entendido bien, Isabel, se trataba de la falta de rigor y transparencia por parte de la empresa contratante de incluirlo por sorpresa en una fase tan avanzada del proceso. Es una falta de respeto hacia Etrania y hacia los candidatos, y si me apuras un ejemplo de gestión poco ética, además de un planteamiento insensible y poco inteligente (por lo que genera de malestar y desconfianza en los candidatos en comparación con el «beneficio» que les genera; dudo que hayan pasado ellos mismos este test).
Así es César!
Lo del test fue algo que no compartíamos en absoluto pero la manera de hacerlo fue peor todavía: con alevosía y nocturnidad ya que lo dijeron a los candidatos finalistas y en ningún momento nos lo comunicaron hasta que vieron que el proceso estaba casi a punto de cerrarse.
Un poco sospechoso todo. Por eso tomamos la decisión de no continuar adelante, pese a que perdimos dinero con todo el proceso pero nos sentíamos más que aliviados por no seguir adelante.
Gracias por pasarte por el blog.
Isabel
Muchas gracias por compartir tu experiencia y tu punto de vista. Me parece un tema muy interesante y muy bien bien expuesto. Yo hace tiempo que también me planteo la pregunta de ¿Todo vale?, o como dices tu, ¡Todo por la pasta! Es sorprendente que constantemente nos estén vendiendo valores y principios para un mundo mejor y que la realidad sea todo lo contrario. Y siempre, escudándose en las mismas justificaciones, como bien nos comentas, «es que en el entorno empresarial las cosas funcionan así», «es que hay que ganarse la vida», «con esa filosofía vas a perder dinero», etc. Tiene mucho mérito denunciar estos abusos estando en ese entorno. En su momento, también compartí mi experiencia referente a los valores en «La Ética en el «negocio» del desempleo» (https://gpbde.wordpress.com/2017/08/09/etica-en-el-negocio-del-desempleo-comparte/), citando además a otra compañera que escribió sobre el mismo tema. Veo que somos bastantes los que le damos preferencia a los valores frente al poder del dinero, eso me hace conservar todavía algo de esperanza.
Hola Tyrone:
Yo me he llevado la agradable sorpresa de que el post ha sido muy compartido y que muchas personas han hablado abiertamente sobre la conveniencia de darle prioridad a sus valores por encima de otras cuestiones en el ámbito laboral.
Es por ello que pienso que al final todo termina reajustándose como si de un proceso natural se tratase.
Gracias por tus palabras!
Isabel
Reblogueó esto en .
Me gusta lo que estoy leyendo. También en las entrevistas de trabajo dan por sentado que tú que eres el que va a ser entrevistado no hablarás mal de tu anterior empresa, o compañeros…jefes. Yo he ido a entrevistas en las que el propio entrevistador te hablaba mal del anterior persona que estaba contratada por él. Y si a mi ya de entrada se da por hecho que esas cosas yo no puedo hacer… ¿Por qué resulta que la persona que te va a contratar si lo hace? Ese también es mi valor. Porque yo pienso, si ahora que la anterior persona no trabaja allí, cuando te contraten a ti y te vayas como hablarán? Igual no es el mismo tema del que tu hablas. Pero yo cuando en la entrevista hablan mal de otro candidato que ha trabajado rotundamente rechazo la oferta. Igual no consigo el trabajo, y sigo desempleada por eso. Pero si a mi me exigen unas cosas como profesional, yo también voy a exigir al que me hace la entrevista unos mínimos DE RESPETO, de PROFESIONALIDAD.
Toda la razón del mundo con tu comentario.
De todos modos tampoco termino de estar del todo de acuerdo con que no se pueda hablar mal de tu anterior empresa. Todos tenemos experiencias, y a veces no son buenas.
Gracias por pasarte por el blog.
Isabel
De acuerdo en cada palabra que has escrito, si nosotros no defendemos nuestros valores entonces todo estará perdido.
Es mejor irse a la cama con la consciencia tranquila que hacerlo a sabiendas que te has traicionado a ti misma, esa deslealtad no debe tener espacio en nuestra vida.
Gracias Adriana por pasarte por el blog y por tu comentario.
Isabel
Me ha parecido muy interesante y más hoy en día que parece que todos nos dejamos llevar y seguimos la corriente, se agradece tener valores así y seguirlos. Enhorabuena Isabel, yo también he dejado pasar situaciones que no me han parecido justas o que iban en contra de mis valores. Un saludo.
Gracias Merche por tus palabras y por pasarte por el blog.
Al final del día, cuando echamos la vista atrás, la realidad es que solo nos tenemos a nosotros y las decisiones que hayamos tomado.
Saludos
Isabel
Reblogueó esto en Marta Márquez Barbosay comentado:
me encanta Isabel estoy totalmente de acuerdo contigo, por desgracia todos los que somos seleccionadores de personal nos hemos visto en esta misma situación alguna vez en la vida. Los valores es algo primordial. Me ha encantado tu entrada.
Muchísimas gracias Marta por tus palabras!!
Isabel