acoso laboral
Recursos Humanos

Cuando trabajar duele, y mucho

Por

Son las 7 de la mañana.

Acaba de sonar el despertador.

Sé que me tengo que levantar para ir a trabajar pero no me apetece.

En realidad no quiero ir a trabajar.

No quiero ir a una oficina donde se respira el mal ambiente, donde noto todos los días el aliento de mi jefe en mi cogote recriminando lo que hago o dejo de hacer, donde mis compañeros están más ocupados en salvar su propia situación que en darse cuenta de lo que en realidad pasa.

Tengo 23 años y trabajo en una multinacional como mando intermedio.

Podría parecer el sueño de cualquier recién licenciado a finales de los 90 pero para mí se había convertido en mi propia pesadilla de la que no consigo despertar.

Día tras día la situación es la misma.

Al final termino por creerme que yo soy la responsable de todo lo que me pasa.

Me lo han dicho tantas veces que ya he conseguido convencerme de ello.

No sé lo que me pasa.

Solo se que cada vez que pienso en ir a trabajar tengo ganas de llorar.

El acoso laboral: la enfermedad que corroe las organizaciones 

Al final consigo dejar la empresa, gracias a la ayuda del que hoy es mi marido y pese a que la gente me decía que era una decisión equivocada, que eso era lo normal,  y qué esperaba encontrar fuera.

No fuí plenamente consciente de lo que de verdad me había pasado hasta transcurrido cierto tiempo, cuando empecé a recobrar mi autoestima y a sentir que había cogido de nuevo las riendas de mi vida.

Había sido víctima de acoso laboral.

Una de las mayores plagas que podemos encontrarnos en las organizaciones.

¿Por qué las organizaciones permiten el acoso laboral?

De mi propia experiencia personal y las que con posterioridad he podido asistir de forma directa o indirecta, he podido extraer una serie de conclusiones sobre por qué esta lacra se sigue produciendo sin visos de que vaya a detenerse por el momento:

  • Hay determinadas organizaciones que promueven y fomentan este tipo de prácticas. Es una manera sencilla de tener «controlados» a los empleados.

Todavía existe mucho directivo que piensa que se consigue más con la teoría del «palo y la zanahoría» que con las modernas teorías sobre gestión y motivación.

Es justamente en este tipo de organizaciones donde se mira hacia otro lado cuando se producen este tipo de situaciones e incluso se quita importancia a los hechos.

Mujer, tampoco es para tanto

Me solían decir mis compañeros y personas a mi alrededor.

 

  • acoso laboral
    Fuente: Freepik

    El hecho de que fuese mujer, joven y con formación superior no me ayudó mucho tampoco.

Me encontré con que era la única mujer del Departamento.

Mi jefe era hombre, mis compañeros eran hombres, mis colaboradores eran hombres.

No participaba de sus «bromas», ni de sus «chascarrillos»(imaginaos las razones).

Al fin y al cabo era la que desentonaba.

La mayor parte de mis compañeros y colaboradores eran de media 10 años mayor que yo.

Yo era «demasiado joven» y no tenía casi experiencia laboral.

Y la guinda del pastel era el tema de mi formación.

Era la única persona del Departamento con formación superior.

Mis compañeros habían llegado a un puesto de mando intermedio gracias a la promoción interna, algo muy potenciado en las multinacionales del sector de la distribución en aquellos momentos.

A mí no me hicieron falta varios años para llegar a ese puesto: tan sólo un período de formación de 6 meses.

Parece mentira el miedo que existe en determinados profesionales a que venga alguien a «moverles» la silla en la que están tan tranquilos sentados, haciendo y deshaciendo a su antojo sin importar a quién dañan.

  • Acosar laboralmente a alguien que puede parecer a priori más débil que el resto de los empleados es una actitud que denota cobardía y gran falta de autoestima.

Si además lo presencias y no haces/dices nada al respecto, te conviertes en cómplice de la situación.

Al final es una forma de ganarse la simpatía del acosador y de paso evitas que el acosado seas tú. En definitiva se produce un comportamiento gregario donde el «líder» de la manada decide a quién acosar y cómo hacerlo con la connivencia del resto de compañeros.

Desafortunadamente con la crisis económica este tipo de comportamientos se extendieron demasiado.

O quizá es que siempre han estado ahí sólo que las personas tenemos más valor para rebelarnos contra ellos.

Durante la crisis económica imperó la ley del miedo.

Era preferible callar ante la posibilidad de perder el trabajo.

Y eso significaba aguantar carros y carretas porque todos tenemos hipoteca y necesitamos el salario.

¿Se pueden extraer enseñanzas positivas del acoso laboral?

Rotundamente sí.

En mi caso aprendí a valorarme como profesional.

Una de las cosas que pensé es que debía de ser muy válida como profesional cuando se empeñaba en machacarme a todas horas.

Creo que si hubiese sido gris, aburrida, o poco relevante a nivel laboral no se habría fijado en mí con lo que aquello me hizo reflexionar bastante sobre mi valía.

Tras aquella experiencia soy capaz de detectar con mucha facilidad un empleado/jefe acosador. De hecho no he vuelto a tener ningún jefe que se pareciese ni por asomo a esta persona.

Y quizás lo más importante es que me ha ayudado a definirme cómo quería ser cuando tuviese la responsabilidad de dirigir un equipo de personas.

Aquella experiencia me sirvió para decidir lo que no quería ser y tener muy claro lo que sí quería hacer a la hora de relacionarme con las personas, con independencia de cuál fuese mi posición o la de los demás.

Estoy convencida que fue aquella experiencia la que me dio la fuerza necesaria para poder tomar la decisión de dedicarme a los Recursos Humanos y no convertirme en alguien como mi ex-jefe.

Y es que tus experiencias pasadas son las piedras con las que construirás tu futuro. ¡Aprovéchalas!

Isabel Iglesias

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Comentarios (23)
  1. Antonio 10 años atrás

    Muy interesante Isabel, por desgracia la ley del miedo sigue teniendo fuerza y aplasta a muchas personas hoy día.

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    • descubriendo talento 10 años atrás

      Hola Antonio: se que el miedo sigue teniendo una gran importancia. Quizás ese es nuestro mayor reto: aprender a vivir con el miedo justo que nos sirva de acicate.
      Gracias por pasarte Antonio, como siempre.

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  2. maibeatrice 10 años atrás

    Muy acertada Isabel, ese trato de algunas personas a veces se da en un entorno no laboral, y estoy de acuerdo nos pueden dejar una gran enseñanza, saludos

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    • descubriendo talento 10 años atrás

      Gracias Maibeatrice por tus palabras. Creo que incluso de auquellas situaciones duras y complicadas se pueden extraer enseñanzas positivas.

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  3. JULIA GARRIDO 10 años atrás

    A mi me pasó algo muy parecido después de 23 años me tuve que ir de mi trabajo, desde que tuve a mi hijo mi vida fue un infierno fueron 12 años de padecer. Eso si denuncié a mi Jefe y me lo llevé por delante. Tengo, igual que tu, que darle las gracias. Ahora he encontrado un nuevo camino algo que no tiene nada que ver con la banca, un proyecto de trabajo y de futuro con el que soy inmensamente feliz.

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    • descubriendo talento 10 años atrás

      Gracias Julia por contar tu experiencia y sobre todo, enhorabuena por haber superado esa situación tan complicada. Yo no pude llevarme a mi jefe por delante. En aquellos momentos casi ni se oía hablar de «mobbing» o acoso laboral. Esas prácticas eran las habituales y la gente lo aceptaba. Mi «error» fue hacerle frente y llevarle la contraria todas las veces que podía y más.
      Aún así, reconozco que aprendí mucho sobre lo miserable que puede llegar a ser el ser humano con otro.
      Gracias por pasarte y adelante con tu nuevo proyecto!!!!

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  4. […] Son las 7 de la mañana. Acaba de sonar el despertador. Se que me tengo que levantar para ir a trabajar pero no me apetece. En realidad no quiero ir a trabajar. No quiero ir a una oficina donde se r…  […]

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  5. Angels 10 años atrás

    Qué razón tienes, qué pena tener que ir a trabajar con desidia, viendo como tu jefe no valora nada de lo que haces, por tu entorno y las actitudes de tus compañeros, de trabajar todo lo bien que puedes y que te den la patada sin argumentos, diciéndote que lo haces bien, que no tienen por donde acogerse para despedirte pero que han de reorganizar el departamento sin ti.
    Delegan a otra persona tu trabajo diario, alguien que ni siquiera le gusta lo que hace, no puso interés cuando le enseñabas, ni sabe gestionar lo que tú hacías, que se infravalora delante del jefe para dar pena….miedo a lo que tú vas a sufrir, el despido! tienes que oír como tu formación es un lastre más que un apoyo en tu perfil ¿Se han perdido los valores?

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    • descubriendo talento 10 años atrás

      Gracias Angels por tus palabras. Sobre si se han perdido los valores, ten en cuenta que yo esta experiencia la viví hace más de 15 años. No tiene nada que ver con la actual crisis económica. En estos momentos sí que creo que se han devaluado ciertos valores como la cultura del esfuerzo y el afán de superación. Hace mucho tiempo que vivimos instalados en una crisis de valores. Sólo cuando de verdad seamos capaces de hacer una auténtica gestión por valores, posiblemente podremos empezar a ver como ciertas conductas desparecen.
      Gracias por pasarte.

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  6. Kety 10 años atrás

    Hola Isabel, me alegra saber que has podido salir airosa y reafirmada de una situación tan dañina como es la de acoso laboral, me anima ver en tu bloc que otras personas también lo han logrado, yo, por desgracia, he visto a personas en las que el sufrimiento continuado ha dejado una huella terrible.
    Hablando de valores considero el acoso laboral, como cualquier forma de acoso, una aberración social contra la que hay que luchar socialmente.
    Me alegra que personas como tu estén en RRHH

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    • descubriendo talento 10 años atrás

      Gracias Kety por tus palabras. Creo que el acoso laboral está todavía muy «tapado» quizás porque no interesa en estos momentos airearlo. Además la gente ha rebajado su capacidad de aguante, con lo que prefieren tener un puesto de trabajo y aguantar lo que sea.
      Gracias por pasarte y dejar tu comentario.

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      • Mar 10 años atrás

        Hola, te puedo entender perfectamente, ya que yo recientemente he sufrido una de las especies de acoso laboral de forma disimulada que existen hoy en día. Sí, es muy duro levantarte y pensar que tienes que ir a una empresa a trabajar donde no te valoran, donde no hay conciliación familiar, donde no te escuchan y donde ajenos conscientemente a tus males ignoran tus peticiones y necesidades. Donde por medio de la presión y el miedo a perder el trabajo te intentan obligar a hacer cosas que no puedes ni debes. Así es que, sí te entiendo perfectamente, y creo que habrás aprendido a valorar más el capital humano de la empresa debido a tu experiencia, me imagino que ahora escucharás a tus subordinados e intentarás solucionar los problemas de la mejor forma posible. Me imagino que tendrás en cuenta sus necesidades, su formación, sus responsabilidades más allá de la empresa etc. «Estoy segura de ello». Hoy el acoso laboral es legal, y el trabajador está indefenso con las nuevas leyes, la crisis se está cebando con el capital humano, que debería ser lo más importante para sus directivos y para el personal de RRHH.
        Porque los RRHH son «recursos HUMANOS» y no números. Lo bueno de todo esto y en conclusión es: «Que siempre sale el sol para todos y no para unos cuantos.»

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        • Isabel Iglesias 10 años atrás

          Gracias Mar por tus palabras. A raíz del post he comprobado como hay muchas personas que han pasado por una situación similar. Cuando estás viviéndolo con toda su intensidad, parece difícil creer que haya más gente pasando por lo mismo.
          Creo que esta forma de maltrato en las organizaciones se beneficia del silencio de las personas que lo sufren, por miedo a perder su puesto de trabajo, sus ingresos o simplemente porque ye han dcho durante tanto tiempo que no vales para nada más que al final te lo crees.
          La dificultad de este tipo de situaciones es poder probarlo pero el silencio no ayuda.
          Y, sí Mar, mi concepción sobre la gestión de personas se construyó sobre la base de que jamás nadie que estuviese trabajando conmigo volviese a pasar por dónde yo pasé.
          Gracias por dejar tu comentario.

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  7. Marisol 10 años atrás

    Efectivamente, tus reflexiones son muy certeras. Hablas de la autoestima, y o dañada que queda durante -y después- de una situación de acoso laboral. Es un reto volver a recuperar la autoestima una vez fuera de la situación de acoso: lo habitual es que durante un buen tiempo no se pueda quitar de encima esa sensación de angustia sólo de pensar en volver a trabajar -en general- o trabajar en sitios donde la situación se vuelva a repetir. Hay que contar con esa vulnerabilidad, asumirla, y trabajar para dominarla. Saludos.

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    • descubriendo talento 10 años atrás

      Hola Marisol: hay algo que no he comentado en el post porque quería que éste tuviese un tono positivo. Estuve durante varios años sin poder entrar ni acercarme al sitio donde trabajé. Me superaba, no podía con la ansiedad. Pero poco a poco la situación fue encauzándose y hoy por hoy no me supone ningún problema.
      Gracias por pasarte y por dejar tu comentario.

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  8. GRISELDA HERRERA LÓPEZ 10 años atrás

    Me paso algo parecido, es increíble como coinciden las situaciones y los métodos son los mismos de parte de los Jefes acosadores; que para mi desgracia eran mujeres que se mostraron con una ferocidad en contra de trabajadores que representábamos peligro por el perfil y los grados académicos que teníamos; fue una experiencia terrible, tenía pesadillas, lo peor fue padecerlo estando embarazada porque afectó mi salud: Ahora doy gracias por haber salido de ese infierno, y definitivamente se lo que NO debo de hacer, y se lo que se sufre, el daño que se hace a una persona en su fuero interno, solo por intentar conservar un trabajo, que en lo personal me gustaba mucho el trabajo, pero no la forma de trato de las titulares. Gracias.

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    • Isabel Iglesias 10 años atrás

      Hola Griselda:
      Me alegra que ya estés recuperada y sobre todo, que hayas conseguido salir de esa situación.Yo creo que lo peor que le puede pasar a uno en el trabajo es justamente pasar por una experiencia así. Quien no lo ha sufrido no sabe lo que es ni lo que se siente. Por eso es de las peores cosas que le pueden suceder a uno.
      También es cierto que, si consigues salir, lo haces mucho más fuerte y preparada para afrontar nuevas situaciones. Lo único es que el precio que se paga a veces es demasiado alto.
      Gracias por pasarte y dejar tu comentario.

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  9. Maria Isabel 9 años atrás

    Reblogueó esto en Cree, piensa, sueña y atrévete…..y comentado:
    Cuando trabajar duele, y mucho pero si además, la salida que excoges es la puerta grande…….continuará

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  10. #cientotreintaydos 9 años atrás

    […] unos días leí una bonita entrada de Isabel Iglesias, que me hizo aflorar muchos sentimientos y es la razón por la que escribo […]

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  11. Sara 9 años atrás

    Hola. Tengo 32 años y acabo de cerrar un episodio de 11 meses de acoso como el que describes. Aunque estoy fuera de España (no hay crisis económica que justifique una presión extraordinaria por mantener un trabajo), he vivido con ese miedo a quedarme en el paro. He soportado el acoso y derribo de mi jefe directo cada día. Al principio no lo notaba, pensaba que me ponían a prueba para que me espabilara y pudiera demostrar cuánto valía. Sacrifiqué casi toda mi vida personal para dedicarme al 100%, me esforcé hasta llegar al colapso. Le seguí la corriente en todo con tal de ganarme su confianza… Pero no sirvió de nada, pues, no sólo no me reconocieron nunca mi esfuerzo (llegué a cubrir hasta 3 puestos de trabajo a la vez), si no que mi jefe y mis compañeros me criticaban por la espalda abiertamente. Me di cuenta de que mi reputación estaba por los suelos y ahí pensé que ya no tenía nada que perder. Entonces decidí seguir mi propio criterio y luchar por cada intento de pisotearme que mi jefe me infligiera. Él, al ver que yo no me iba a dejar domesticar, que ya no era mansa ni moldeable, retomó con más fuerza sus ataques, sus manipulaciones y sus estrategias para castigarme. De sobra sé que mi formación, mis capacidades, mis opiniones y mis logros estaban muy por encima de la mediocridad (por no decir mierda) en la que él estaba inmerso, y es por eso que él se sentía atacado. Como buen misógino, rechazaba aquello que no podía controlar (yo) hasta que consiguió echarme. Sin duda, el aguantar me causó mucho daño, pues el desgaste día tras día, era cada vez mayor. Cada día me decía a mí misma que debía dejarlo, que no merecía la pena aguantar esa mierda… Pero seguía ahí atascada sin saber salir… Esto me ha hecho más fuerte, evidentemente. Pero no sé cómo me enfrentaría de nuevo a una situación así. Supongo que lo más sano sería dejar el trabajo radicalmente y buscar otra cosa, porque el sufrimiento de verdad que no merece la pena.

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    • Isabel Iglesias 9 años atrás

      Gracias Sara por tu contar tu experiencia y me alegro que hayas podido reconducir tu vida de nuevo.
      ISabel

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  12. […] si salimos de nuestra zona segura nos heremos daño. Sin embargo, hay otras en las que parece que todo nos señala la dirección hacia la salida, aunque verlo duela y no sea fácil tomar la […]

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  13. Omar 5 años atrás

    Post que, no obstante el tiempo transcurrido, sigue siendo de rabiosa actualidad. Lo cual, dicho sea de paso, no es un buen indicio. Toda vez que no es concebible que, en tiempo actual, esta suerte de patrones de comportamiento sigan reproduciéndose en el marco de determinadas organizaciones.

    En humilde opinión, el motivo del que trae causa el acoso podría reconducirse al que sigue: mediocridad.

    El mediocre, no solo pone «palos a las ruedas» en lo que respecta al avance y al progreso, sino que, también, hace todo cuanto está en su mano para mantener dicho estatus. Todo ello a fin de que su mediocridad no florezca y sea puesta de manifiesto.

    Un «trabajador modélico» se preocupa, no solo en realizar su trabajo conforme a unos estándares, sino también «en sumar», en crear sinergias, en cooperar, etc. En suma, su trabajo habla, y hablará, por sí solo. Y, como corolario de ello, no percibirá a nadie como una «amenaza», de ver su puesto peligrar, de torpedear el trabajo ajeno, de perjudicar a la empresa en aras de sus intereses particulares, etcétera.

    Todo lo contrario del mediocre, el cual, al no participar de las notas del «trabajador modélico», necesita valerse de determinadas artes para preservar su status quo.

    Mención especial merecen aquellas organizaciones que, en relación con todo lo expuesto, no solo «miran a otro lado», sino que mediante su tolerancia y/o pasividad consciente patrocinan esta suerte de conductas tóxicas. Es curioso, a este respecto, que todo ello se reproduzca en organizaciones en cuyo seno se manifiesta la tendencia de los «departamentos taifas». Esto es, departamentos dirigidos o respecto de los cuales determinados trabajadores veteranos tienen una fuerte influencia, y que, en cuanto llega «alguien de fuera», huelen el peligro.

    En suma, «el palo y la zanahoria» no es más que expresión del «analfabetismo en liderazgo», propio de gente imbuida en la convicción de que todavía funcionan las tácticas de las «plantaciones de algodón», con todas las consecuencias que de ello se derivan: ser carne de «cementerio de empresas», aquellas que, más allá de las consideraciones de orden económico, olvidaron qué es lo más importante en el seno de una organización, esto es, sus recursos humanos.

    Al respecto, cierto magnate anglosajón dijo algo así como «ten contento, no al cliente, sino al empleado, porque, luego, ellos cuidarán de los clientes».

    Y, ciertamente, con el acoso laboral, quien realmente sale perdiendo es la empresa. Dado que, a diferencia del trabajador, cuya situación psicológica y económica negativa a buen seguro durará un período de tiempo relativamente corto, del «cementerio de empresas» no se sale.

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